domingo, septiembre 14, 2014

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Termino de leer Flores nuevas (Montacerdos, 2014) de Federico Falco. Por un momento pienso en la posibilidad de poder conocerlo y así abrirle la cabeza a martillazos. Solo de esa manera llegaré a conocer los secretos de su poética. En mucho tiempo un libro de cuentos no me abstraía. Falco no se hace problemas, al pata no le basta con escribir bien, ante todo es un escritor que sí tiene mucho que decir.
Guardo el libro.
Prendo un Pall Mall rojo y contengo las ansias de secar la Cusqueña en lata que tengo frente a mí. No sé por qué, pero últimamente más de un concurrente de Selecta me regala una Cusqueña en lata. Tomo cada una de estas cervezas en lata como un gesto de agradecimiento, algo que me hace sentir bien, porque imagino que ellos ya se han dado cuenta de que lo mío no es vender por vender, sino discutir, recomendar los libros que valen la pena leer.
Llego a casa y guardo la chela del día, a este paso no me faltará cerveza nunca. A lo mejor llegaré a ser un alcohólico involuntario, pero agradecido. Seré entonces un borrachín risueño, viviré desconectado de las nimiedades del mundo. Todo será felicidad, mente positiva para con la literatura peruana, pediré perdón a los capos de los carteles de Brown y Boston por haberlos tratado mal en este blog. Y solo me dedicaré a resaltar todos los libros que se publiquen, así algunos dizque lectores entrenados digan que no vale la pena leerlos.

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