martes, noviembre 17, 2015

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Las últimas horas han sido muy pesadas, porque he tenido que desinstalar la librería, puesto que estaremos participando en la Feria del Libro Ricardo Palma. Mi objetivo era tener listas las cajas para el jueves, que es la instalación.  Además, ese día cumpliré un año más de vida. Siempre he tenido la costumbre de no hacer absolutamente nada en mi cumpleaños. Pero esta vez será diferente, me la pasaré trabajando, pero bueno, no me quejo, cuando las cosas son tuyas, le pones más ganas. 
Llegué relativamente cansado a la librería, puesto que anoche me había sentido algo agitado, más de lo normal, en la charla que llevé a cabo en el Virrey de Lima con la narradora chilena Romina Reyes, cuyo libro Reinos, recomiendo encarecidamente. Ocurre que horas estuve haciendo algunas gestiones que me tuvieron fuera del mundo, me la pasé pegado a la pantalla coordinando algunas actividades que tendremos en la feria del libro, y cuando menos me lo esperaba, la hora se me había pasado. Cerré la librería como pude y a paso ligero me dirigí al Virrey. Llegué a tiempo, aunque los amigos de Lima Imaginada, dirigidos por Raisa, ya estaban allí. Esto me sorprendió, en principio, aunque después no, porque Raisa me dijo que los escritores estaban hospedados en el Hotel Bolívar, el cual, me parece el lugar ideal para hospedarse, no solo en el Centro Histórico, sino también en toda la ciudad de Lima, una ciudad que cada día se está volviendo inhabitable y demasiado insegura. 
No es la primera vez que entrevisto a un escritor. En realidad, se podría decir que tengo algo de experiencia al respecto, entrevistando públicamente a un consagrado nacional e internacional, como a una voz local y foránea que comienza a labrar su camino. No me hago problemas, le pongo las mismas ganas, así esté ante una sala llena o en una en la que solo haya cinco gatos. Mi problema de ayer lunes fue que como nunca antes comencé a sudar. Y yo cuando sudo, sudo, soy imparable, me vuelvo una fábrica de sudor. En este estado no juegan los nervios, al menos no de los que habla Valdano, sino que algo en mí experimenta una descompensación y la única manera de equilibrarme es sudando. Di inicio a la charla y comencé las preguntas para Romina y sudaba. De mis patillas y cabello caía el sudor a chorros y sé que más de uno se dio cuenta de que sudaba como un cerdo. Felizmente, el sudor desapareció a la media hora de la conversa. 
Me retiré de la librería con Lotta y Wonder Boy. A Lotta le regalé mi ejemplar de Reinos, que espero que le guste siendo ella una lectora tan exigente como diletante. A partir de la Colmena empecé mi recorrido en solitario. En la esquina de Camaná con Quilca percibí el aroma de la marihuana. Fumaban la rica maría un par de flacas góticas. Me las quedé mirando, viendo su inestable felicidad. Prendí un pucho y me les acerqué y les dije que el miércoles, estará She Past Away en la tienda de Tony. Los ojos de las flacas se encendieron. No era para menos. Y me sentí bien por la buena acción.

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